Este artículo está dirigido a todos los profesionales y familias, que exigen a los niños y niñas de educación infantil y primer ciclo de primaria, ESTAR ATENTOS durante las 5 u 8 horas lectivas que están en los centros educativos recibiendo clases.
Según la Real Academia Española, «estar atento» significa «estar con la atención o el interés puestos en alguien o algo». ¿Os imagináis a ustedes mismos, que sois adultos, estar entre 5 y 8 horas diarias manteniendo el mismo estado de atención e interés por algo o alguien en el trabajo? ¡ES IMPOSIBLE! ¿Verdad? Pues entonces, reflexionemos sobre la capacidad real que pueden tener nuestros hijos y/o alumnos para focalizar su atención e interés, durante las largas jornadas educativas.
Según los estudios realizados sobre la atención sostenida, la capacidad del alumno para mantener la atención varía, en promedio, entre 10 y 20 minutos (Tokuhama-Espinosa, 2011) aunque por supuesto, no es algo exacto para todos y puede cambiar en función del individuo. De este modo, es aconsejable que los docentes y profesionales de la educación deben ser conscientes del RETO que supone aprovechar los intervalos de tiempo mencionados anteriormente, para despertar el interés por los aspectos más importantes del tema que se desea enseñar.
Según Serrabona (2002), el esfuerzo de aprender, debe llevar implícito el deseo de querer, es decir, tener la voluntad de acción, al encontrar el placer en el propio acto de aprender manteniendo el autocontrol corporal. La voluntad, suele ser el gran ausente en los programas educativos, siendo una necesidad para ayudar a los niños a enfrentarse a los retos que supone el aprendizaje.
Las familias y los profesionales debemos rechazar la imposición o exigencia externa basada en la repetición exhaustiva de conceptos y términos, con falta de interés por parte del niño. Debemos promover el placer de aprender, centrándonos en aquello que merezca la pena, haciendo que el niño disfrute haciendo cosas y se esfuerce por hacerlas bien, siendo reconocido por el adulto y sus iguales. Es por ello, que cuando hacen algo con esfuerzo y concentración, siempre gritan “¡mira lo que hago!”, porque EL NIÑO SIENTE PLACER SIENDO COMPETENTE.
Los adultos, debemos respetar el desarrollo evolutivo atendiendo a las necesidades del infante:
–El placer motriz primitivo expresado en características como la satisfacción del deseo inmediato, el paso directo al acto, la espontaneidad, el contacto corporal, etc)
–El placer de dominio y control motriz, supone crecer, esforzarse, hacer cosas difíciles, prevaleciendo sobre el placer primitivo. Dominar el propio cuerpo, el espacio, los movimientos y el medio, siendo capaces de imitar e identificarse, así como recibir y acoger las propuestas realizadas por el educador.
Para mejorar el aprendizaje, se requiere de atención y una mente concentrada, que se consigue si la corteza pre-frontal es capaz de conectar diferentes circuitos cerebrales e inhibir las distracciones. Esto requiere de un esfuerzo continuo, autocontrol y motivación, es decir, de emociones positivas. Y la mejor forma de conseguirlo es jugando, ya que es la realidad de los niños de entre 1 y 8 años, APRENDEN Y ATIENDEN MEJOR JUGANDO.
Enseñar a focalizar la atención a través del juego, debería ser el centro clave de todo proyecto educativo; la acción y el movimiento ayuda a los niños a madurar su sistema nervioso central, y con ello, la corteza pre-frontal, tan necesaria para mantener la concentración y aprender a planificar.