Hoy día, estamos viviendo en una sociedad dinámica que avanza sin control hacia nuevos horizontes tecnológicos que acaparan el mundo y, modifican nuestra forma de relacionarnos y actuar con los demás.
Este estilo de vida complejo, donde predomina la inmediatez, la baja tolerancia a la frustración y el sedentarismo está incrementando el número de niños con dificultades –tanto en el ámbito educativo como terapéutico-como consecuencia de una insuficiente estimulación psicomotriz.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) está alertando del aumento de los estilos de vida sedentarios que se está produciendo en las últimas décadas tanto en niños como en adultos y de los riesgos que esto está produciendo en la salud.
La escasez de movimiento y estimulación psicomotriz durante el desarrollo de los infantes de entre 0-6 años, los cuales, están marcados por una necesidad de maduración motora, así como, la aceleración de aprendizajes que se están dando en los centros educativos sin atender a los ritmos y los periodos del desarrollo infantil, están provocando grandes dificultades que afectan tanto al desarrollo personal del infante como a su recorrido académico.
La realización de ejercicio físico constituye uno de los aspectos centrales de nuestra vida, ya que según diferentes investigaciones y estudios realizados por neurocientíficos, existe una gran conexión entre cerebro-movimiento-cerebro, al demostrarse que el movimiento está fuertemente ligado al desarrollo del cerebro, porque la realización de actividad psicomotriz influye directamente en el mapa del comportamiento cerebral (Wolpert, 2016).
Este hallazgo es de suma importancia desde una perspectiva neurobiológica -estudio de las células del sistema nervioso y la organización de estas células dentro de circuitos funcionales que procesan la información e intervienen en el
comportamiento- ya que gracias a la comprensión del movimiento podemos llegar a la comprensión de gran parte nuestro cerebro.
Por consiguiente, podemos decir que el MOVIMIENTO favorece tanto la actividad física como psíquica de la mente humana, ayudando a alcanzar un desarrollo integral de la persona y a adquirir aprendizajes funcionales que sirvan para adaptarse al entorno.
Esto se debe a que nuestro cerebro influye en el procesamiento de nuestros movimientos, así como también nuestro cuerpo y sus esquemas de movimiento influyen en la percepción de la realidad que tiene nuestro cerebro, debido a los núcleos y redes neuronales involucrados en la ejecución motora que son
extremadamente complejos y más extensos de lo que se creía hasta hace poco.
En definitiva, el ejercicio físico, así como la diversidad de actividades y experiencias psicomotrices que el individuo reciba, favorecerá la plasticidad cerebral (Mattson, 2012) y ayudarán a mejorar la atención, la memoria, el lenguaje, la creatividad e imaginación, la autoconciencia, el dominio de los movimientos y el control de las emociones, evitando posibles dificultades de aprendizaje y estilos de vida sedentarios que influirán negativamente en la salud.
Así pues, podemos resumir las características más importantes del movimiento en los siguientes puntos:
Conexión Cerebro-Movimiento-Cerebro: Los pensamientos repercuten en la manera de actuar, y al mismo tiempo, la manera de actuar modifica los pensamientos. Las actitudes corporales pueden generar un cierto estado emocional, así como, nuestro estado emocional se ve reflejado en la postura corporal que adoptamos, siendo algo cíclico y consustancial el uno del otro (cognición y movimiento corporal)
Incrementa la adaptación en diferentes contextos y situaciones sociales: la activación psicomotriz contribuye a potenciar la capacidad adaptativa de la persona, mejorando su calidad de vida.
Modifica pensamientos y sentimientos: a través de la activación cognitiva corpórea (higiene postural) se puede cambiar el estado de ánimo, que influirá paulatinamente en el pensamiento y en la emoción. Nuestra postura corporal ofrece al cerebro una información constante, ya sea positiva o negativa, de nuestro estado físico-emocional, a través de uno de los sentidos más importantes; el sentido propioceptivo.
Ayuda en la rehabilitación: el movimiento ayuda a autorregularse y mejora el déficit de atención, lesiones musculares, alteraciones o los efectos del daño cerebral adquirido como el ICTUS, traumatismo o enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer.
Mejora la salud: la actividad física reduce los problemas físicos, psicológicos,
cognitivos y sociales, ya al movernos potenciamos la segregación de una sustancia química llamada endorfinas, que nos estimula una de las zonas del cerebro donde se generan las sensaciones de placer y bienestar.
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