Intervención dirigida a personas con trastornos psicomotores unidos a problemas de conducta o personalidad (déficit de atención, hiperactividad, estereotipias, tics, parálisis cerebral, síndrome de X Frágil, trastorno del espectro autista, síndrome de Dravet, Parkinson, Síndrome de Down, enfermedad del Alzheimer o demencia senil, entre otros)
Esta terapia también está enfocada a personas que presentan alteración o psicopatología de la psicomotricidad.
Es decir, anomalías, déficits o alteraciones en el movimiento (parálisis, hiperactividad, Parkinson, TEL, Alzheimer o enfermedades que afecten a la coordinación o al control corporal) que como consecuencia producen dificultades en el neurodesarrollo y que afectan a la adaptación perceptivo-motora de la persona.
La mayoría de nuestros alumnos que necesitan esta intervención, les cuesta mucho fijar la atención, impidiendo desarrollar el potencial intelectual que podrían conseguir.
Para alcanzar una armonía y desarrollar la mejora de la atención, es fundamental trabajar la afectividad y la coordinación de las partes corporales.
Mediante este trabajo, y adhiriéndonos al propio ritmo del alumno, se corrige la incapacidad para autorregularse y frenar la contención motriz, mental, afectiva e intelectual.
Estimulando el área psicomotriz indirectamente conseguimos una mejora en el desarrollo afectivo, cognitivo y conductual, pero a la inversa, si sólo trabajamos las alteraciones afectivas, cognitivas o conductuales no se observarán mejoras a nivel psicomotor, y se apreciarán posibles perturbaciones de la psicomotricidad de la persona.
Muchos de nuestros alumnos con problemas de aprendizaje como la dislexia, dislalia o disgrafía, están íntimamente relacionadas con la falta de asimilación de la organización espacial, temporal y la función simbólica-abstracta.
Estas dificultades son intervenidas en la Terapia psicomotriz, partiendo de la toma de conciencia y control del propio cuerpo, como base indispensable sobre la que afirmará la consolidación de estas nociones tan importantes y poco reconocidas en los centros educativos.
De este modo, la Terapia en psicomotricidad consigue a través del juego en movimiento, motivar y redirigir conductas agresivas, mejorar las funciones ejecutivas superiores (resolución de problemas, control de emociones, comprensión de razonamientos lógicos-matemáticos), asimilar conceptos y mejorar la capacidad de atención y memorización de nuestros alumnos.
No existe una secuencia obligatoria de direccionalidad por parte del profesional, sino una batería de actividades y ejercicios a los cuales el profesional intentará redirigir al alumno, pero no obligar.
Por tanto, el juego debe ser libre atendiendo a las pautas que el terapeuta psicomotriz ofrezca como guía de esta intervención terapéutica tanto de los padres como de los propios alumnos.
Las principales alteraciones del Desarrollo Psicomotor
Debilidad Psicomotriz: Dificultad para moverse en el espacio y manipular objetos, debido a la incapacidad para relajar el tono muscular de forma voluntaria.
Las personas con este problema presentan torpeza de movimientos (movimientos pobres y dificultad en su realización), sincinesias (actividad involuntaria de un grupo muscular que se produce cuando se realiza un movimiento voluntario) y paratonías (imposibilidad para relajar los músculos de forma libre e incluso cuando intentan relajarlos, los contrae exageradamente).
Trastorno del Esquema Corporal: Problemas para utilizar el cuerpo de forma efectiva para relacionarse con el entorno, debido a una perturbación en la percepción espacial e información sensorial (miembro fantasma, heminegligencia espacial, incapacidad para mover y elegir los diferentes dedos, dificultades con la lateralidad y la orientación, autotopagnosia o imposibilidad de localizar y dirigir las diferentes partes del cuerpo)
Inestabilidad Psicomotriz: Incapacidad de la persona para inhibir sus movimientos y mantener un esfuerzo de forma constante.
Suele predominar la hiperactividad, la falta de atención y comprensión, las alteraciones en los movimientos de coordinación motriz y en el tono muscular debido a la agitación psicomotriz permanente.
Dispraxias: Dificultad para planificar y secuenciar movimientos que requieren la coordinación de varios grupos musculares (atarse los cordones, botar la pelota, montar en bicicleta, recortar, manejar cubiertos, vestirse o ponerse los zapatos…).
Es decir, es una desorganización motriz que genera una ineficacia a la hora de realizar determinados movimientos.
Disgrafía: Imposibilidad para coordinar adecuadamente los músculos de la mano y del brazo, impidiendo a los niños afectados dominar y dirigir el instrumento de la escritura (lápiz, bolígrafo, pincel o rotulador) impidiendo escribir correctamente.